09 septiembre, 2019

T.

Resultado de imagen para leon acuarelaT era mi amigo de lejos, de la real lejanía lejana.
Lo conocí por ahí por el 2008-2009 y como eran muy tiempos de Facebook, nos hicimos "amigos" de esa forma bien virtual en que sabes todo y nada, esa forma en que después se te olvida la gente, porque como ya eres amigo de Facebook, obvio que deja de importar.
Un día lo borré, porque fue muy "este gallo es como de Bélgica, que me importa a mi..." y a los días me escribió un mensaje diciendo que estaba revisando sus amigos y me echó de menos. Volvimos a nuestra "amistad" virtual.


Cuando Fernando terminó conmigo (porque obvio que fue él y no yo, debido a la incapacidad para terminar relaciones que tenía hasta hace poco y de la que hablaré en otro momento), no quedé tan para la escoba, porque obvio que sabía que eso iba a pasar, pero me dolió en el ego hasta el tuétano y T estuvo ahí para mi. T siempre estuvo ahí para mi.

Parecía no sorprenderse con mis estupideces, entenderlas a la perfección e incluso me decía que todo iba a estar bien. Yo me lo creía. Todo iba a estar bien, porque él sabía menos y más que yo, porque el era infinitamente más lógico y racional que esta pecesita, me hacía reflexionar y me ponía en jaque todo el tiempo. Con él aprendí a pensar, a entender y a bajarle a la impulsividad.

T no solo era bacán por eso. T era super choro musicalmente, entonces cada día me enviaba miles de canciones que obviamente me encantaban, pero ahora me pregunto si realmente me gustaban por lo que eran o porque era él quien las enviaba. Me pregunto si no fue él quien forjo mi estilo musical o lo dejó aún más definido con su musiquita salida de las tendencias europeas.

Con T hablábamos todo el día en tiempos en que no existía whatsapp y los smartphones eran algo nuevo. T me decía "estoy en X parte y está sonando esta canción" y así podía saber que estaba pensando en mi. Le costaba mucho decir Fernanda sin ese acento raro arrastrando la R, así que simplemente me decía Fefe.

Fueron años de hablar a diario, de vernos en Skype y hacernos compañía. Años de comentar discos, ver peliculas juntos a distancia y de hablar de cosas tontas y otras más profundas. Fueron años de pensar que su mejor amiga era una estúpida por no quererlo, pero no era su culpa, si al final T era bien pavo. 

T me gustaba infinitamente, porque él entendía todo. Apareció de la nada y con todo y nada hizo algo increíble, casi mágico, que nunca terminé de entender. Ahora que estoy más grande pienso que quizás solo era parte de la ilusión y de la distancia que nos ponía las cosas tan difíciles. Digo que ponía las cosas difíciles porque él fue todo, todo... el único GRAN problema es que estaba a la mierda y eramos chicos. No había mucho que hacer y cualquier tipo de plan era algo totalmente descabellado para ese tiempo. 

Quiero pensar que le gustaba también, pero se que a veces no le cabía en su cabeza cuadrada que yo fuera tan sensible, que llorara por estupideces. Lo desconcertaba, para el las cosas tenían soluciones simples, podía extraer el problema más allá del sentimiento que lo envolvía y me mostraba las respuestas, como ese compañerito de curso que quiere que le vaya bien a uno. Nunca me voy a olvidar del día en que me dijo que me quería. Nunca me voy a olvidar de su sonrisa al ver mi cara cuando lo dijo.

Tengo muy grabada su cara, sus ojos azules y alegres cada vez que me veía. Como se reía cada vez que empezaba a molestarme y yo me picaba infinitamente. La forma en que se reía silenciosamente, acallando la carcajada, la mirada ansiosa expectante a mis reacciones, la mueca de PFFFFFFFFFFF infinita que ponía cuando algo no le cuadraba en mi actuar, la mirada preocupada cada vez que me veía complicada con algo o triste, la forma en que se quejaba por sacar a vuelta en vez de estudiar y  la forma en que hablaba en idioma sims y luego me decía "not at all".

Estuve enamorada de T. Fue tan importante que me costó mucho soltarlo, no hacer comparaciones entre cada chiquillo con quien salía y él. Nadie nunca era lo suficientemente bueno para mi, nadie nunca era él ni me hacía sentir como él y eso era profundamente doloroso. Querer tanto tanto algo y no poder tenerlo, con lo malcriada que soy...

Con el tiempo lo dejé ir, lo solté de forma muy triste, porque entendí que jamás iba a ser real, que si bien en un momento él también lo sintió, jamás iba a ser suficiente para que alguno hiciera algo al respecto. Empecé a salir con Cristóbal y dejé de comparar. Acepté que nunca iba a sentir eso que sentí por T por nadie y me conformé.

Al pasar los años mantuvimos contacto pero nunca fue igual. Lo extrañé cada día durante mucho tiempo, me ponía feliz ver que estaba feliz, que su vida había resultado medianamente como él lo esperaba. Siempre le conté todo lo importante que iba pasando, lo bueno y lo malo. Él seguía ahí, como un fantasma de alguien a quien una vez conocí a la perfección.

La última vez que hablamos le conté que había decidido no casarme. Muchas veces lo conversamos antes, me decía que debía dejar de tener miedo y salirme "si eres infeliz entonces no te cases" y lo hacía parecer tan simple. Me imagino la cara que puso cuando le conté. Me imagino la cara que puso todas las veces que me quejé, que le dije que estaba podrida. Me imagino la cara que puso todas las veces que quise hacer un plan. Su cara... o la cara que hubiese puesto por allá por el 2012, cuando aún no era un extraño.

Finalmente decidí desaparecer y desaparecerlo de mi vida. Solo nos seguíamos en instagram, donde veía todas mis historias sin ninguna reacción. Me aburrí de que fuera un fantasma. Me aburrí de que me doliera y él dejó de responder. 

A veces me aburro cuando las personas se ponen hueonas. Solo a veces. El problema es que, cuando eso pasa, no hay vuelta atrás.






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